Los
Aztecas no criaban muchos animales para alimentarse. Antes de la llegada de los
Españoles no tenían vacas, ovinos, cerdos ni caballos, y la mayor parte de la
carne provenía de animales silvestres que eran cazados en las laderas de las
sierras. Pecaríes, armadillos y zorrillos vivían en los bosques.
También
había patos, gansos y pelícanos en los cañaverales de los lagos. En las costas,
los pescadores capturaban tortugas, peces, delfines, crustáceos y moluscos.
Además
se recolectaban plantas silvestres, pues usaban semillas,
hojas, cortezas y
tallos como medicamentos y alimentos.
Las
comidas se realizaban dos veces al día. Tomaban su alimento principal cerca del
mediodía y una ligera colación por la tarde. La comida del pueblo era simple
pero muy saludable si podían obtener suficiente. Cuando las cosechas eran malas
había hambruna. Los alimentos diarios eran el maíz, porotos, hortalizas y
frutas. Los ajíes, tomates rojos, calabazas y nopales sin espinas.
Disfrutaban
de golosinas como la semilla de amaranto con miel. La carne y el pescado eran
de lujos. Venados, conejos, pavos y itzcuintli eran platillos de fiestas, como
las ranas, lagartijas y tortugas.
La
bebida preferida de los Aztecas era el pulque, la cual se producía con la savia
dulce y espesa del manguey recogida en odres de piel y se dejaba fermentar en
una batea abierta. Rápidamente, se transformaba en una bebida alcohólica. No
estaba permitido beberla mucho, pero en las fiestas dedicadas a los muertos las
mujeres la servían en grandes jarros.
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